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Equilibrio entre la innovación y el derecho global a la salud

Arnold Vahrenwald;Giovanni A. Pedde
DOI: https://doi.org/10.36158/97912566906332
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La relación entre la innovación farmacéutica y el acceso a los medicamentos sigue siendo uno de los desafíos más complejos y apremiantes en la salud mundial actual. Los derechos de propiedad intelectual (PI), en particular las patentes, desempeñan un papel crucial en el incentivo de la investigación y el desarrollo (I + D) dentro de la industria farmacéutica, fomentando la innovación que ha llevado a avances que salvan vidas para una variedad de enfermedades. Sin embargo, el mismo sistema que promueve la innovación también crea barreras significativas para acceder a medicamentos esenciales, particularmente para las poblaciones de los países de ingresos bajos y medianos, donde los recursos de atención médica a menudo son limitados y los altos costos de los medicamentos patentados son insostenibles.

A lo largo de este artículo, hemos explorado cómo funciona el marco mundial de PI existente, incorporado en el Acuerdo sobre los ADPIC de la OMC, y las tensiones que crea entre la protección de los derechos de los innovadores y la garantía del derecho a la salud para todos. Al examinar estudios de casos clave, como la crisis del VIH/SIDA, el lanzamiento de la vacuna Covid-19 y los medicamentos biológicos, hemos visto cómo esta tensión se manifiesta en situaciones del mundo real. Si bien el sistema ha podido adaptarse en algunos casos, como a través de licencias obligatorias e iniciativas de licencias voluntarias, está claro que estos mecanismos por sí solos son insuficientes para abordar los desafíos mundiales de salud de hoy y del futuro.

La necesidad de reformas

El debate en curso en torno a la propuesta de exención de los ADPIC para las vacunas contra el Covid-19 puso de relieve la urgencia de reformar el sistema mundial de PI para responder mejor a las emergencias de salud pública. A medida que el mundo se enfrenta a un número creciente de crisis sanitarias mundiales, desde pandemias hasta resistencia a los antimicrobianos y problemas de salud relacionados con el cambio climático, está claro que el marco actual debe ser más receptivo y equitativo.

El sistema de PI debe reformarse para garantizar que no solo promueva la innovación, sino que también dé prioridad a la salud pública mundial, especialmente en tiempos de crisis. Esto incluye desarrollar mecanismos más flexibles y oportunos para renunciar a la protección de patentes durante emergencias, ampliar el uso de licencias obligatorias e incentivar a las compañías farmacéuticas a compartir sus tecnologías y conocimientos cuando la salud pública lo requiera.

Un camino a seguir

Ninguna solución única puede abordar los desafíos multifacéticos de equilibrar la innovación farmacéutica con el acceso a los medicamentos. En cambio, será necesaria una combinación de enfoques para crear un sistema más equilibrado y equitativo. Estos abordajes son los siguientes:

  • Un mecanismo formalizado de exención de emergencia dentro del Acuerdo sobre los ADPIC que puede activarse automáticamente en tiempos de emergencias sanitarias mundiales, asegurando que los países puedan eludir las protecciones de patentes para fabricar y distribuir medicamentos esenciales rápidamente.
  • Ampliar y racionalizar los mecanismos de licencias obligatorias para reducir los retrasos burocráticos y la presión política, permitiendo a los PIMB acceder a las versiones genéricas de los medicamentos patentados de manera oportuna.
  • Promover asociaciones público-privadas y modelos basados en incentivos, como compromisos anticipados de mercado y premios a la innovación, que pueden impulsar el desarrollo de tratamientos para enfermedades que a menudo son descuidadas por el mercado.
  • Apoyar las iniciativas humanitarias de concesión de licencias y puesta en común de patentes, que permiten a las empresas farmacéuticas compartir su PI de una manera que priorice el acceso para las poblaciones desatendidas, manteniendo al mismo tiempo la rentabilidad en los mercados de altos ingresos.
  • Aumentar la financiación pública para la I + D farmacéutica, en particular para las enfermedades que afectan de manera desproporcionada a los PIBM, garantizando que la innovación esté impulsada por las necesidades de salud pública en lugar de por la mera demanda del mercado.

Sociedad Salud: responsabilidad compartida

En el centro de este debate se encuentra el reconocimiento de que la salud mundial es una responsabilidad compartida. La pandemia de Covid-19 ha demostrado que las crisis sanitarias no respetan las fronteras nacionales y que la salud de una población está intrínsecamente vinculada a la salud de otras. Esta realidad subraya la necesidad de una mayor cooperación internacional para abordar los desafíos sanitarios mundiales, incluida la reforma del sistema de PI.

Los gobiernos, las organizaciones internacionales, las empresas farmacéuticas y la sociedad civil deben trabajar juntos para garantizar que el marco mundial de PI apoye tanto la innovación como el derecho a la salud. Fortalecer el papel de las organizaciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) en la gobernanza mundial de la salud, y garantizar que las consideraciones de salud pública sean fundamentales para las decisiones políticas de PI, será fundamental para lograr este equilibrio.

A futuro

El futuro de la propiedad intelectual en el sector farmacéutico debe reflejar las lecciones aprendidas de las crisis sanitarias pasadas y en curso. Al repensar el papel de la PI en la salud mundial y adoptar un enfoque más flexible y colaborativo, podemos crear un sistema que fomente la innovación al tiempo que garantiza que los medicamentos que salvan vidas sean accesibles para todos.

Este enfoque equilibrado no solo es un imperativo ético, sino también una necesidad práctica. En un mundo interconectado, la salud de cualquier población tiene efectos dominó que se extienden mucho más allá de las fronteras nacionales. Garantizar el acceso equitativo a los medicamentos no es solo una cuestión de justicia, es esencial para proteger la salud mundial y fomentar un futuro más resiliente y sostenible para todos.

A medida que avanzamos, está claro que el sistema mundial de P.I. debe evolucionar para satisfacer mejor las necesidades del siglo XXI. Esta evolución requiere un compromiso colectivo para equilibrar la innovación con el derecho fundamental a la salud, asegurando que nadie se quede atrás en la búsqueda del progreso científico y los avances médicos.

Al adoptar la reforma, la colaboración y la equidad, podemos crear un ecosistema de salud global que funcione para todos.

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