Editorial
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Volume 5, Issue 1
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Prevenir el futuro

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Salud y finanzas: estos dos temas ya suenan extraños si se combinan. La salud es de hecho un derecho sagrado, mientras que las finanzas evocan especulaciones, tan lejos de Esculapio. La relación entre lo público y lo privado se ve fuertemente afectada por estas distancias, a menudo insalvables, en todos los campos. Podemos tomar como ejemplo las lujosas capitales africanas: aquí, los hoteles de cinco estrellas son maravillosos oasis en ciudades que carecen de alcantarillado, y donde los propietarios privados que administran los hoteles no contribuyen a su realización. Esto dependería de la gestión pública a la que no le importa en absoluto. Este análogo está ciertamente lejos de la atención médica italiana, una de las mejores del mundo y disponible para todos los ciudadanos, aunque el establecimiento del Servicio Nacional de Salud en 1978 siempre ha requerido, y siempre requerirá, una remodelación para seguir el ritmo de la evolución de la sociedad. Una sociedad que en última instancia es monitoreada por proyecciones macroeconómicas. De hecho, el mundo está cambiando, y lo está haciendo a una velocidad cada vez mayor. Los flujos migratorios, por ejemplo, pesan sobre el sistema hasta tal punto que corren el riesgo de colapsar, y los encargados de la atención médica deben enfrentar y, sobre todo, predecir los escenarios más difíciles y complejos. A esto se suma el aumento de la esperanza de vida, que es muy positivo en términos humanos, pero que tiene un impacto considerable en los presupuestos de salud. Es muy importante monitorear el impacto de la economía global en las economías nacionales y el peso de las guerras, disturbios, hambrunas, incluso si están lejos. En cuanto a Italia, las alarmas son muchas, y no solo atribuibles a la inmigración: no es raro que, incluso para chequeos o intervenciones de emergencia media, los tiempos de espera aumenten de forma alarmante. Este hecho, además de alimentar la controversia política, es uno de los signos de una situación que podría empeorar con el tiempo y con el aumento de la población. A esto se suma la antigua y odiosa comparación con la sanidad privada y con sus tiempos de espera muy cortos. Además, para reducir la brecha una de las soluciones más evocadas es la implicación de los particulares en la sanidad pública. Sin embargo, el problema es identificar formas en que los nuevos socios pueden obtener beneficios de sus inversiones. Dado que la situación requiere innovación tecnológica, Lomonaco apunta al capital privado como una herramienta efectiva y de rápido desarrollo. La idea de la igualdad de atención para todos es una utopía, pero una buena política de salud en todo el mundo no siempre es directamente proporcional al ingreso per cápita, y no faltan contradicciones. Esto es especialmente cierto si piensa que, por ejemplo, el tratado que estableció la Organización Mundial de la Salud se firmó en 1946 en Nueva York, Estados Unidos, donde la atención médica es privada. Dejando a un lado las contradicciones, es urgente mejorar la situación objetiva que ve la economía de la salud en la plataforma de lanzamiento para ser valorada hasta niveles muy altos. Como escribe Federico Spandonaro, todavía es demasiado pronto para definirlo como una rama autónoma y especializada de la economía, pero podría ayudar a que el diálogo entre sistemas de salud tan diferentes en todo el mundo sea un poco menos difícil. Una paradoja, tal vez un sueño: científicos, economistas, directivos podrían convertir en positivas las muy rápidas transformaciones sociales que nos parecen una amenaza para los sistemas de salud, incluso los más estructurados. Al estudiar los cambios y prevenirlos, es posible construir un modelo listo para integrarse en el futuro. En última instancia, sería importante comprender en qué medida el Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia puede actuar como un mecanismo correctivo adecuado para el sistema.

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